Iconografía de San José

José Luis Sierra Cortés


«El sueño de San José».(1805). Vicente López. Óleo/lienzo. 187 x 118 cm.

«El sueño de San José» conservado en el Museo del Prado, aunque no expuesto. Autor, Vicente López (1772-1850), pintor neoclásico-barroco; pintor de cámara de Fernando VII. Conocido por su magnífico retrato de Goya.

Podemos distribuir la amplísima iconografía de San José en dos grandes períodos, basados en la edad con que se representa al patriarca.

En el primero, que recorre la antigüedad y el largo medievo hasta el siglo XVI, José es un anciano que juega un papel secundario de comparsa en las escenas evangélicas de la infancia de Jesús: nacimiento, adoración de los pastores, de los magos, circuncisión etc. Su iconografía es tan extensa como la de la infancia de Jesús y evidencia la voluntad de quitarle protagonismo y presentarlo como anciano para no enturbiar la virginidad de María.

Es revelador al respecto lo que leemos en uno de los evangelios apócrifos de la infancia de Jesús, bastante tardío, (s. VI-VII), titulado «Historia de José el carpintero». Según este texto Jesús reúne a los apóstoles en el Monte de los Olivos y les cuenta la historia de su padre José, al que llama «viejo bendito», y del que dice que ha tenido seis hijos y enviudado dos veces antes de casarse con María a la edad de 89 años.

El segundo período iconográfico se inicia en el siglo XVI, coincidiendo con un incremento de la devoción a San José que ya se va a representar individualizado o con protagonismo con una edad de varón adulto de unos treinta a cuarenta años.

El cuadro de Vicente López aquí reproducido se refiere al episodio evangélico de Mateo 2,13: el ángel le dice a José en sueño que huya a Egipto con el Niño y María.

En la composición del cuadro el pintor contrapone la agitada zona superior, dominada por el ángel, a la inferior con José y el Niño dormidos.

Por una ventana o puerta abierta entra el ángel en picado y, extendiendo sus brazos, planea sobre las cabezas de los tres miembros de la Sagrada Familia, al tiempo que con su mano derecha indica la salida. Luz y colorido están logrados. No lo está, el inexpresivo rostro de María.

Dato curioso es notar que el Niño, mostrando su corazón visible sobre el pecho, es una imagen temprana del «Sagrado Corazón», anterior a la gran difusión que adquirió la imagen a partir de que Pío IX proclamara la universalidad de su fiesta en 1856.