El programa iconográfico de una catedral gótica, desplegado en vidrieras y piedras, es como una summa de la espiritualidad, saberes y usos de su época. Si cada catedral tiene su distintivo peculiar, la de París se caracteriza por ser en su iconografía la catedral mariana por excelencia.
En estas notas sólo intento dar pistas para la lectura de los programas e imágenes esculpidas más relevantes que decoran el exterior de Notre-Dame.
1) Preside la fachada la Virgen con el Niño entre dos ángeles.
2) Adán y 3) Eva respectivamente. Inicio de la historia de la salvación.
4) Galería de los reyes de Judá, antepasados de María y Jesús. Los antimonárquicos de la Revolución la destruyeron juzgando que representaba a los reyes de Francia. Rehecha en el siglo XIX.
5) San Esteban. (A él le estaba dedicada la catedral precedente)
6) La Iglesia triunfal, con bandera y una copa en la mano.
7) En contraposición, la Sinagoga, cegada y roto el asta de su banderola.
8) San Dionisio, patrón de París.
9) Pórtico de Santa Ana.
10) Pórtico del Juicio Final.
11) Pórtico de la Virgen.
Salta a la vista que el tímpano no encaja con las arquivoltas góticas. Se trata de un pórtico románico procedente de la anterior catedral de Saint Étienne, realizado unos cincuenta años antes que los otros pórticos. El ajuste se hace mediante un espacio con ángeles turiferarios.
En la zona superior se ve a María coronada, sentada en un trono bajo dosel. Es una imagen románica.Tiene en su mano izquierda un cetro florecido y, sobre sus rodillas, al Niño con el libro de la ley en la mano y bendiciendo. A sus lados, dos ángeles turiferarios y unos personajes que se supone son el obispo San Germán con un amanuense y el rey Childebert.
En la dos zonas inferiores se narran las historias de Joaquín y Ana, los desposorios de María, ambas según los apócrifos, y episodios de la vida de María y el Niño hasta la Epifanía, según texto evangélico.
Las historias se narran como en un comic. Comenzamos en el centro del dintel inferior y leemos hacia nuestra derecha, siguiendo por las primeras figuras de cada arquivolta. Es la historia de Joaquín y Ana, padres de María. Joaquín es infecundo. En continua oración, por más de veinte años, prometen consagrar al Señor su descendencia si la logran. Van a Jerusalén a presentar sus ofrendas. En uno de los viajes el Sumo Sacerdote desprecia las ofrendas y recrimina a Joaquín su infecundidad. Este, avergonzado, rehuye volver a casa y se va al campo con los pastores. El ángel del Señor le garantiza fecundidad y le indica que vuelva a Jerusalén. Del mismo modo el ángel se lo notifica a Ana y le dice que salga al encuentro de su esposo.
Ambos se encuentran en la Puerta Dorada de la ciudad (la última figura de la serie). Con este encuentro en dicha puerta se representaba en la Edad Media la inmaculada concepción de Maria.
En el mismo dinntel, en el lado opuesto tenemos los desposorios de María con José. Hay que casar a María según costumbre, terminada su formación en el templo. Ella rehusa el matrimonio porque ha sido consagrada al Señor. El sumo sacerdote duda y tras convocar a los sacerdotes en oración, decide que se ha de casar. Convoca a los pretendientes, los cuales han de llevar una varita. Será elegido aquel cuya varita florezca. En la escena vemos a los pretendientes con sus varitas y, a continuación, al sumo sacerdote cogiendo de las manos a José y María. Esta, a su vez, coge la mano de su padre, acompañado de su madre.
En la zona superior a este dintel vemos, de izquierda a derecha, a la niña María subiendo solita las gradas de templo. Le sigue la figura del evangelista, indicando que lo que viene a continuación está atestiguado en el evangelio. Vemos la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento, el anuncio a los pastores, a Herores y sus escribas estudiando dónde ha de nacer el Mesías, y a los Magos.
En las arquivoltas, presidida la primera por Dios Padre y la segunda por el Cordero, se ven ángeles, reyes, profetas y ancianos del apocalipsis. Un distintivo típico de la iconografía gótica es el gorrito cónico, que designa que su portador es un judío.
Las nueve grandes estatuas inferiores fueron rehechas en el siglo XIX. De nuestra izquierda a derecha: un rey, la reina de Sabá, Salomón, San Pedro; en el parteluz, San Marcial, obispo de París en el siglo V, aplastando el dragón, azote de su diócesis; San Pablo, David, Betsabé y un rey. (Hay que advertir que algunas atribuciones son muy discutibles, particularmente en los apostolados).
Es el pórtico del Juicio Final, construido después de los otros, entre 1220 y 1230. Sus dinteles sufrieron transformación en 1771 para dar paso a las procesiones. Preside el pórtico la figura de Cristo enseñando las llagas de sus manos.
A sus lados, dos ángeles con los instrumentos de la pasión: clavos, lanza y cruz; y en ambos extremos, María y Juan evangelista. Las casitas y ondas debajo de los pies de Cristo significan en el lenguaje iconográfico medieval que la escena se sitúa en la Jerusalén celeste.
En el dintel inferior, restaurado por Viollet le Duc, se representa la resurrección de los muertos al sonido de las trompetas. En el dintel intermedio, el peso de las almas por San Miguel.
Se observará cómo los diablos hacen trampa tirando de la balanza. Los justos pasan al Paraíso; escena que se prolonga -según norma- en las imágenes inferiores de las arquivoltas, en la segunda de las cuales, contando desde el fondo, se apreciará una curiosa representación del Seno de Abrahán. En el lado opuesto, los condenados, encadenados y guiados por un demonio, se precipitan en el infierno. Igualmente la escena se continúa en la parte baja de las arquivoltas, donde se ven los jinetes del Apocalipsis y escenas de torturas.
Esculpida en una doble fila vertical en las jambas de las puertas vemos la parábola de las vírgenes prudentes y de las fatuas. Las primeras, con sus alcuzas en la mano, tienen arriba la puerta abierta; las fatuas tienen la puerta cerrada y muestran sus alcuzas vacías boca abajo.
Característica constante de la iconografía medieval es el emplazamiento jerárquico de los personajes. Y así los vemos ordenados en las seis arquivoltas de este pórtico. Primero, de dentro a fuera, dos series de ángeles; a continuación, en la tercera arquivolta, patriarcas y profetas; en la cuarta, confesores; en la quinta, mártires; y en la sexta, vírgenes.
Ocupa el parteluz de la puerta la figura de Cristo docente, pisando un dragón y presidiendo el apostolado que se despliega a ambos lados debajo de las arquivoltas. Partiendo de Cristo, y a su derecha, vemos a Pedro, Juan, Andrés, Santiago el Menor, Simón y Bartolomé. Al otro lado, Pablo, Santiago el Mayor, Tomás, Felipe, Judas y Mateo. Son muy interesantes las figuritas que aparecen en las peanas de los apóstoles, pues hacen referencia a personajes o hechos de los que han salido victoriosos los apóstoles. Así, por ejemplo, debajo de San Pedro, vemos el episodio de Ananías y Safira del que hablan los Hechos de los apóstoles.
En la parte baja de los estribos que flanquean el pórtico central hay cuatro relieves de muy discutido significado. Dos no presentan problema de identificación; uno es Job dialogando y el otro es el sacrificio de Abrahán. La identificación que se ha hecho del guerrero como Nemrod dificulta la comprensión. Pienso que se trata de Josué. Y el otro es Moisés ante la zarza ardiendo. Es sabido que los grandes personajes bíblicos se interpretaban como antecesores simbólicos de Cristo.
Queda dicho que la catedral no es sólo una “summa” teológica; es también un espejo de la moral y de los saberes y usos de la época. Las Artes liberales están representadas en la parta baja de la peana del parteluz con una enorme simplificación de los atributos con que las describía literariamente Martianus Capella. Son imágenes rehechas por Violet-le-Duc siguiendo el modelo de la catedral de Laon. La Geometría traza con el compás. La Dialéctica se distingue por la serpiente enredada al cuerpo. La Medicina contempla un matraz , y está rodeada de plantas medicinales. La Astronomia tiene en sus manos un astrolabio. La Gramática enseña a un niño y tiene en su mano una férula. La Música tañe campanas. Más compleja es la representación de la Filosofía a tenor de la descripción de Boecio: sentada en un trono, con cetro y libro en las manos, una escalera y la cabeza entre las nubes.
En los lienzos de pared debajo del apostolado están representadas doce virtudes con sus contrapuestos vicios debajo. Leyendo en el mismo orden de apostolado, tenemos: Fe/Impiedad - Esperanza/Desesperación - Caridad/Avaricia - Pureza/Impureza - Prudencia/Locura - Humildad/Orgullo. Y en el lado opuesto: Fuerza/Cobardía - Paciencia/Cólera - Dulzura/Violencia - Paz/Discordia - Obediencia/Rebeldía - Perseverancia/ Inconstancia. Si la representación de las virtudes se atiene a las descripciones de las antiguas psicomaquias, los vicios, por el contrario, parecen obedecer a la observación de la vida ordinaria, no exenta de humor. Así la cobardía se representa en un caballero que huye de una liebre, o la inconstancia en un clérigo que se despoja de sus hábitos.
Vimos cómo el llamado Pórtico de Santa Ana estaba presidido por una estatua románica de María con el Niño sobre sus rodillas. Si allí se narraba la historia de los padres de María era en función de contarnos los episodios de su vida y la del Niño hasta la Epifanía. Ahora en este pórtico de la Virgen se nos presenta el triunfo de María - Arca de la Nueva Alianza, según la tradición-, resucitada incorrupta y coronada por su Hijo.
Si en el Pórtico central se aludía a los saberes de la época, ejemplificados en las Artes Liberales y al comportamiento moral, reflejados en virtudes y vicios, aquí se baja al terreno concreto de la vida del hombre en sus labores reiteradas año tras año bajo los signos del zodiaco.
Este pórtico se realizó entre 1210 y 1220. Es el único de los tres que aparece enmarcado por una fina moldura lineal a modo de cornisa angular. Ignoro si obedece a un propósito de resaltar la coronación de María, motivo que veremos representado dos veces más en los muros de la catedral parisina.
En el centro del dintel, protegida por un dosel, vemos el Arca de la Alianza, que lo es María, según la tradición, metafórica y bellísima representada por esa especie de amplia filacteria escrita que pasa de profeta a profeta y de rey a rey del Antiguo Testamento.
En la zona intermedia del tímpano se representa la resurrección de María rodeada de los apóstoles. Es una escena muy parecida a la de la dormición. Se distingue de ella por la presencia de Jesús y de los ángeles que, en un lienzo, alzan el cuerpo de María.
La zona superior es la del triunfo celestial de María. La Madre comparte asiento con su Hijo. Este la bendice y le ofrece un cetro, al tiempo que un ángel la corona y otros dos asisten a la escena portando largos cirios.
En las cuatro arquivoltas, la corte celeste: ángeles, patriarcas, reyes y profetas.
En el parteluz de la puerta, la Virgen con el Niño, pisando la serpiente. En su pedestal, la creación de Eva, el pecado original y la expulsión del paraíso. Escena, como otras, rehechas por Viollet-le- Duc tras los destrozos de la Revolución.
A ambos lados de la puerta, partiendo de nuestra izquierda, las estatuas (rehechas) de Constantino, un ángel, San Dionisio (patrón de París) y otro ángel. Y al otro lado, siguiendo en la misma dirección, San Juan Bautista, San Esteban, Santa Genoveva (patrona de París) y San Silvestre. En las finas arcaturas sobre las que se sitúan estos personajes hay unos relieves, muy deteriorados, con escenas violentas que sin duda hay que relacionar con los personajes que están encima.
Especial atractivo tienen por su verba las labores agrícolas del hombre según el curso del zodiaco. Están representadas en las jambas extremas de las puertas. Así en la jamba de nuestra izquierda, contigua al ángel que acompaña a San Dionisio, las leemos, de abajo arriba, acompañadas de los seis primeros signos del zodiaco. Notemos que Picis y Aquarius están talladas en las arcadas contiguas y que, arriba, Leo ocupa -tal vez por error de restauración- el sitio que le corresponde a Cáncer. En los dos primeros meses apenas hay labor agrícola; el hombre descansa y se divierte. Aries aparece ya ornado con unas florecillas. Para el hombre medieval abril era el mes primaveral por excelencia. El labrador vuelve a su vid. Bajo el signo de Tauro el labrador ya puede mostrar en su mano las espigas que verdean. Mayo era un mes especialmente dedicado a la caza. El hombre muestra un halcón en su mano. A continuación el hombre, que ya ha segado el heno, lo carga a sus espaldas camino del henil. Al otro lado, en la jamba contigua a San Juan Bautista, y siguiendo ahora de arriba abajo, vemos cómo el hombre, ya en verano, afila la guadaña para la siega. Sigue la recolección, y en septiembre el hombre trabaja en el lagar pisando la uva. En octubre esparce la semilla. En noviembre cuida de los cerdos en el campo para preparar la matanza que abre la época de descanso y diversiones invernales.
En las dos jambas centrales, junto a la imagen de María del parteluz, hay una serie de personajes, dispuestos verticalmente, a los que no se les ha dado una explicación suficiente. Si nos fijamos en la jamba de nuestra izquierda, la que se enfrenta a los seis primeros signos del zodiaco, vemos en la parte alta un hombre casi desnudo, y en la baja, un hombre que se calienta al fuego. Pudiera ser una escala de temperatura en correspondencia con los signos del zodiaco. No sé si en la otra jamba se ha querido representar una escala de edades.
Pórtico Norte o del claustro Es la puerta del transepto norte, levantada hacia 1250. Presenta en su parte baja un aspecto de vacío, pues no se han rehecho las grandes estatuas laterales eliminadas por los revolucionarios.
La misma estatua de María, colocada en el parteluz, ha perdido la imagen del Niño.
El interés de este pórtico se centra en el tímpano, donde se distinguen tres zonas. La baja está dedicada a la infancia de Jesús. De nuestra izquierda a derecha vemos el nacimiento, la presentación en el templo, Herodes consultando sobre el Niño, la matanza de los inocentes y la huida a Egipto.
Las otras dos zonas están dedicada a uno de los milagros más difundidos, plástica y literariamente, de Nuestra Señora, la historia de Teófilo. Historia que se presenta con algunas pequeñas variantes circunstanciales. Según la Legenda aurea Teófilo es un clérigo al servicio del obispo. Es un hombre humilde y ejemplar, de suerte que a la muerte del prelado el pueblo quiere que Teófilo lo remplace. Teófilo rehúsa. Pero cuando el nuevo obispo lo despide de su cargo, Teófilo quiere alcanzar poder para vengarse. Recurre a un nigromante judío que lo pone en contacto con el diablo con el que hace un pacto por escrito vendiéndole su alma a cambio de poder y gloria. Esta no tarda en llegar. Pero a Teófilo le acucian los remordimientos y arrepentido acude a la intercesión de María para que deshaga el pacto satánico. María, a golpes de cruz, arrebata el documento al diablo. Esta historia, en síntesis gráfica, es la que vemos en la zona media del tímpano. En la superior aparece el obispo, libro en mano, contando el milagro a sus feligreses.
Puerta menor, erigida por Luis IX (San Luis), llamada roja por su color; también conocida como puerta de San Marcelo por las escenas de la vida de este obispo parisino que decoran las arquivoltas.
Era la puerta por la que accedían al coro los canónigos desde su zona residencial.
En el tímpano vemos de nuevo la escena de la coronación. María, sentada junto a su Hijo que la bendice, es coronada por un ángel. Contemplan la escena el rey y su esposa la reina Margarita de Provenza.
En las arquivoltas seis imágenes grandes en altorrelieve que ilustran episodios, muy legendarios, de la vida de San Marcelo, obispo de París de finales del siglo V. Siguiendo las agujas del reloj, la secuencia es esta: San Marcelo libera a un preso judío que se convierte (grupo muy deteriorado); lo bautiza; mientras San Marcelo celebra la eucaristía ve a un hombre encadenado al que libera; instruye a sus clérigos; protege de un dragón el cuerpo de una mujer que comenzaba a ser devorado; restituye la voz al obispo Prudencio.
Forman una secuencia de imágenes que reproducen temas marianos o reiteran otros ya representados:
Dormición de María. Escena que se realiza en presencia de los apóstoles como en el tema de la resurrección del Pórtico de la Virgen. Se distingue de aquel, entre otras, por la ausencia de Jesús.
Entierro de María. Como María es el Arca de la Nueva Alianza, la escena se presenta en paralelo con lo acaecido en el traslado del arca de la antigua alianza.
El jefe de los judíos, intentando profanar el cuerpo de María, se abalanza sobre el féretro y pone sus manos sobre él. Estas se quedan paralizadas y adheridas a él; el judío cae por tierra. Se observará la representación simultánea de las fases de la acción: el judío pone sus manos sobre el féretro; a su lado se ven las manos pegadas al mismo y al judío cayendo al suelo. No hay que decir que al milagro sigue la conversión del judío osado.
Asunción de María.
Coronación de María. Por tercera vez se representa en el exterior de la catedral este tema fundamental en la exaltación de María.
El milagro de Teófilo. De nuevo aquí representado; prueba de la excepcional importancia que se le dio a este milagro en la época. De nuestra derecha a izquierda la escena se desarrolla en tres tiempos: pacto diabólico, oración de Teófilo ante la imagen de María y la recuperación del contrato.
Encargado construir por el rey San Luis en honor del titular de la anterior catedral, el santo protomártir Esteban, cuya vida y martirio son el tema de las tres zonas del tímpano.
En la zona inferior se ve al santo predicando, discutiendo con los judíos y llevado a juicio ante el protocónsul.
En la zona intermedia el santo, lapidado, alza su cabeza hacia la altura y ve los cielos abiertos y a Jesús, que entre dos ángeles ocupa la zona superior del tímpano. Al lado de la lapidación se representa el entierro del santo por sus discípulos.
En la dovela de la primera arquivolta parece verse un ángel que se lleva al cielo el alma del mártir. En esta primera arquivolta se ven ángeles que llevan en sus manos coronas destinadas a los mártires y confesores de diversas épocas, distribuídos por las arquivoltas. Son personajes de identificación nada fácil. Sí podemos distinguir, a nuestra derecha, en la segunda arquivolta de abajo arriba, a San Lorenzo con la parrilla, a San Jorge con su escudo y a San Dionisio con su cabeza en las manos.
La imagen de San Esteban en el parteluz es del siglo XIX. También son modernas las grandes estatuas laterales.