Mompou. La voz del silencio

José Luis Sierra Cortés

Querido X:

Te envío una pequeña nota, aclarando un poquito lo que te comentaba ayer por teléfono respecto a Federico Mompou.

LA VOZ DEL SILENCIO

Después de una audición de Las cuatro estaciones de Vivaldi, exultantes de vitalidad y de una pretendida descripción sonora de lo visible, escuché esta Canción y danza nº VI de Federico Mompou (Barcelona 1893- 1987):

No la oí como una confrontación u oposición a lo anteriormente escuchado. Me sentí en otra dimensión estética, una estética que, según el propio Mompou, pretende “una música que sea la voz del silencio".

San Juan de la Cruz le inspiró el nombre de "Música callada" para los cuatro cuadernos de siete piezas breves cada uno. Máxima impresión concentrada en un minimalismo de notación. No es que estos cuadernos sean lo mejor de su obra, pero tal vez sean los que mejor definan su estética: "Soy un hombre de pocas palabras y músico de pocas notas". Hay una anécdota simpática, llena de humor, pero reveladora. Al terminar un concierto, una señora entusiasmada se acercó a Mompou y le dijo:

-"Es Vd. un gran compositor".

-"No, señora, no; yo no compongo; yo descompongo".

Así es. Su método de trabajo no es compositivo, no desarrolla linealmente, no narra. Escucha. "La música es un mensaje que se recibe". “Incluso estando distraído”, añadía. Los poetas saben algo de esto. La inspiración es esquiva si se fuerza su búsqueda. Suele tomar la iniciativa y entra si están las puertas abiertas. Una vez dentro ya se puede luchar con ella. La lucha de Mompou consistía en eliminar notas para quedarse con lo esencial: impresión, no narración: "La música está escrita para lo inexpresable; quisiera que ella pereciera salir de la sombras para volver de nuevo a ella". Intimidad absoluta al descubierto.

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